Ivell y el jardinero (historias de un hada)

(Historias de un hada es un proyecto conjunto de cuentos que giran en torno a un personaje principal, Ivell, un hada del bosque. Estos cuentos son escritos por Javier Cid, e ilustrados por Mar [autora de este blog]. Este cuento, el septimo de la saga, inaugura la segunda temporada de esta colección. La primera colección la encontrareis íntegra en Javi nos cuenta)

NOTA: El cuento de hoy va como regalo de cumpleaños a Mar: Feliz Cumpleaños Mar!!! (Javier Cid).

Ocurrió una vez que el rey Bonsol quiso mejorar el aspecto de los jardines de palacio, ya que intuia que cercana estaba la hora en que su hija Tristel desposaría con el joven Aldier, y quería tenerlo todo bien preparado con tiempo. Hizo llamar a Junk, del cual se decía que era capaz de convertir un desierto en el más bello jardín.

-Y bien Junk, ¿podrás ayudarme? – preguntó el rey Bonsol.

-Lo cierto es que no estoy inspirado – respondió Junk.

Cierto era que se decía que Junk sólo trabaja cuando realmente se sentía inspirado, y según la magnitud de lo que se esperaba de él, necesitaba encontrar algo que le inspirase. Sin duda, para inspirarse para llevar a cabo el proyecto de Bonsol, éste iba a tener que esforzarse mucho.

-Pero dime, ¿qué necesitas para inspirarte? – pregunto el rey.

-Necesito belleza, y belleza acorde con lo que tengo que hacer – respondió Junk.

El rey Bonsol hizo todo lo posible para que el joven Junk encontrará algo que verdaderamente le inspirase:

-Aquí te traigo las mujeres las hermosas del reino – dijo el rey.

-Mmmm… no, lo siento, esto no me inspira – dijo Junk ante el desagrado de las muchachas por su comentario.

Pero Bonsol no se rindió:

-Aquí te traigo plantas de gran belleza, y dificiles de encontrar, bien coloridas, que transmiten alegría allí por donde crecen – insistió el rey.

-Mmmm… no, esto tampoco me sirve para inspirarme – respondió Junk.

Echó mano de sus consejeros y sus más leales amigos para que le ayudasen a encontrar cosas de suma belleza para que se inspirara el jardinero:

-Aquí tienes zafiros, rubíes, y diamantes presentados de las más dispares formas – le mostró Bonsol.

-Majestad, lo siento, eso no funciona – dijo Junk.

En otra ocasión inclusó suplicó a las hadas que se mostrarán ante el jardinero:
-Aquí te presento a las más bellas y dulces criaturas de mi reino: las hadas – presentó el rey.

-No, mi señor. Siento decepcionaros, pero no logro inspirarme lo suficiente – se lamentó el joven jardinero.

Así fue que Bonsol decidió no insistir más. La tristeza lo inhundó, pues él quería lo mejor para su hija, y sabía que ese joven, Junk, era el único que podía diseñar el más hermoso jardín para aquella ocasión tan especial que bien sabía el rey que estaba al caer.

Junk también estaba frustrado, sin duda aquella hubiera sido su más importante creación, y no había sido capaz de encontrar inspiración. Las lágrimas recorrían sus mejillas. Se internó en el bosque para reflexionar a solas, en la más absoluta tranquilidad. Llegó hasta la orilla del lago, y ahí se sentó durante largo tiempo a la espera de ver si podía encontrar algún tipo de solución. Entonces, fue testigo de aquello que tanto había estado esperando:

El joven Casiel había acudido hasta la zona acompañado del hada Ivell. Ambos se acercaron también hasta la cercanía de la orilla. En un momento dado, Casiel se agachó a recoger algo del suelo. Junk lo distinguió enseguida: había cogido dos gerberas que habían florecido en aquel lugar.

Casiel miró a Ivell y le entregó las florecillas. El hada se ruborizó hasta límites insospechados, y emitió la sonrisa más bonita que jamás se había visto antes. Una sonrisa tal hermosa que parecía que emanaba luz propia. El hada dio un cariñoso beso en la mejilla al joven Casiel, y a éste le brillaron los ojos.

Junk sintió como si aquellos dos estuvieran envueltos por un manto de luz y color semejante al mismísimo arcoiris, y su corazón se aceleró. “Por fin!”, pensó para sus adentros. Y corrió enseguida a darle la buena noticia al rey.

-¡Majestad! – exclamó - ¡Majestad! – exclamó otra vez – ¡Ya lo tengo, majestad! –dijo con alegría - ¡He encontrado la inspiración! – anunció.

En el rostro del rey Bonsol se dibujo una amplia sonrisa de alegría al oir aquellas palabras, y no pudo reprimir darle un fuerte abrazo a Junk, el cual se puso manos a la obra.

Y es que nada hay tan bonito como el cariño que se tienen dos personas.